lunes, 11 de septiembre de 2023


 

                SUPERVIVENCIA, SENTIDO DE IDENTIDAD, 

                         Y CONDICIÓN BIOLÓGICA


Para mi, hay tres condicionantes que hacen casi imposible la transformación cultural necesaria en nuestra sociedad para que los comportamientos machistas, sexistas, y homófobos... (en definitiva, todos aquellos actos perpetrados por personas que con sus acciones o palabras atentan contra la libertad sexual, especialmente de las mujeres y de todo aquel que no encaje en el prototipo "macho heterosexual") queden erradicados o al menos sean una sombra a penas visible en nuestras vidas.  

1- SUPERVIVENCIA: Mientras el ser humano nazca desprovisto de la seguridad y la certeza de tener asegurada, por el mero hecho de nacer humano, la supervivencia mínima para vivir dignamente, el hombre seguirá desplegando acciones viles contra quienes le resultan un obstáculo en sus objetivos, simplemente como forma de sobrevivir en un mundo que no entiende que nos hemos de proteger de nosotros mismos para no acabar devorándonos entre nosotros. Y la corrupción, la manipulación, el domino (a quienes están en inferioridad de condiciones) y la violencia seguirán siendo acciones cotidianas con las que el "dominante" continuará sometiendo a sus "víctimas" a través del chantaje consiguiendo, casi siempre, que las  "victimas" acepten el sometimiento injusto y vergonzoso, simplemente porque han de sobrevivir.

2- SENTIDO DE IDENTIDAD: Lo explico en mi libro "Feminismo Patriarcal". Este concepto tan subjetivo y difícil de abordar es sin duda la clave por la que nuestra cultura sige creyendo que el sexo de un ser humano lo condiciona a aceptar unas determinadas formas de comportarse, comunicarse, definirse y relacionarse en todos los ámbitos, y que difieren si se trata de un macho o de una hembra. Ni que decir tiene si un ser humano se define asexuado, ambivalente, o transgénero....  

El aumento de las transiciones que tantas personas deciden iniciar para cambiar de sexo es debida, en gran parte, al rechazo que todos nosotros como sociedad sentimos de alguna manera cuando nos vemos frente a frente con una persona de grandes pechos y barba. Y en lugar de verlo como lo que es "Una persona" como nosotros, lo identificamos como una aberración por no ser ni macho ni hembra. 

Nos vanagloriamos de ser liberales, tecnócratas, y ecologistas... Sin embargo, seguimos identificando y etiquetando a las personas por su identidad sexual y según sea ésta nos relacionamos de una u otra forma con ella. Este lastre cultural complica mucho la liberación feminista porque la radicaliza y a su vez da alas a los sectores homófobos y machistas de la sociedad.   

3- CONDICIÓN BIOLÓGICA: Cuando a alguien se le acaban los recursos y las evidencias, comienza a justificarse y después se vuelve hipócrita haciendo de ello su bandera. Somos vanidosos y poco humildes cuando no queremos ver, porque no nos conviene, una realidad evidente: nuestra condición biológica y mamífera.  

Una parte del feminismo rechaza que esa condición biológica sea más fuerte que la educación y la cultura. Creyendo que los comportamientos violentos y agresivos de los machos humanos se solucionan con educación. Sin embargo, aún no he visto al Estado cambiar los currículums académicos para hacer como asignatura troncal "Educación emocional masculina". 

Por otra parte aceptamos la muerte y violación de mujeres que cada año va en aumento, como algo sistémico de nuestra sociedad, sin tomar medidas contundentes ni agresivas. 

Creer que el ser humano no tiene una parte de su cerebro condicionada a su determinada condición mamífera, es un error de ego y de vanidad. Protegernos de nuestra biología agresiva y violenta es un acto de inteligencia y humildad , propio de la raza humana. El día en que tomemos medidas efectivas contra nuestra propia condición mamífera, nos alejaremos del animal que somos y nos acercaremos mas al ser inteligente y emocional que hay en nosotros.         


Margarita Basi

 

miércoles, 30 de agosto de 2023

 




                              MUJERES PRISIONERAS 

                         EN UNA  CULTURA PATRIARCAL




El caso de Jeni Hermoso ha conmocionado a todos los sectores de la sociedad haciendo emerger la gran hipocresía, corrupción, y machismo existente en el mundo del deporte, concretamente en el futbol.  

Voy a ir al grano y no voy a perder tiempo en repetir los hechos, conocidos por todo el mundo, así como las innumerables opiniones y consecuencias que este acto ha provocado.

Las mujeres estamos mucho más expuestas que los hombres a sufrir cualquier tipo de agresión sexual. Esto es un hecho estadístico. 

Cuando una persona ejerce hacia otra un acto de este tipo: tocamientos en su cuerpo, besos no consentidos, palabras vejatorias, amenazas, etc... HOY EN DÍA , está cometiendo un delito. Porque está tipificado en el código penal.  

Las personas que, ante estos hechos, tratan de desviar la atención hacia la víctima, justificando que el acto cometido fue mutuamente consentido y poniendo el foco en la actitud que mantuvo la víctima después de la supuesta agresión. Son simplemente unos ignorantes, machistas y probablemente narcisistas de manual.

La víctima, en la mayoría de los casos suele reaccionar ante estos actos de dos formas bien distintas: La primera, quedar en "shock" durante un tiempo hasta que con el paso de los días reacciona, al darse cuenta de que ha sido víctima de una agresión sexual. 

Segunda, no tener conciencia de que es una víctima de agresión y seguir con su vida como si tal cosa. Incluso podría continuar viendo a su agresor y recibir de éste, manoseos, tocamientos, etc.. Hasta bien podría sentirse cómoda con ello. Porque la cultura antigua y machista nos hizo creer a las mujeres que si un hombre te deseaba y te lo demostraba así, te daba valor como mujer.


UN DELITO NO DEJA DE SERLO A PESAR DE QUE LA VÍCTIMA DE ESE DELITO NO SEPA QUE SE HA COMETIDO UN DELITO CONTRA ELLA.  Y ESTO ES ALGO QUE MUCHA GENTE NO SABE VER. !INCLUSO LOS PROPIOS JURISTAS! (CASO "LA MANADA" 

!ACASO NO SE CONDENA A UNA PERSONA QUE AGREDE SEXUALMENTE A UN NIÑO QUE DESCONOCE QUE HA SIDO AGREDIDO! LA SOCIEDAD DEBE PROTEGER A LOS MÁS DEBILES SIN CUESTIONAR SU CAPACIDAD DE COMPRENSIÓN DE LOS ACTOS COMETIDOS HACIA ELLOS. DESPUÉS YA HABRÁ TIEMPO PARA CONCIENCIAR A LA VÍCTIMA, PERO SIEMPRE DESPUÉS DE CONDENAR A SU AGRESOR.  

NO IMPORTA QUE REACCIÓN TENGA O NO TENGA LA VÍCTIMA DE AGRESION SEXUAL. EL FOCO SIEMPRE DEBE ESTAR PUESTO EN EL AGRESOR. Y JAMÁS DEBERÍA CONSIDERARSE PRUEBA O AGRAVANTE LA ACTITUD POSTERIOR A LA AGRESIÓN QUE MANTIENE UNA VICTIMA. 

IGUALMENTE ES IMPERATIVO HACER UNA CAMPAÑA DE CULTURA Y EDUCACIÓN ETICA A TODA LA SOCIEDAD SOBRE ESTE TEMA. Y`POR SUPUESTO, TOMAR SERIA CONCIENCIA  PARA QUE CUALQUIER MUJER DENUNCIE, SIN DUDARLO, TODO ACTO  QUE VULNERE SU INTIMIDAD SIN SU PREVIO CONSENTIMIENTO.

 


Margarita Basi



sábado, 25 de febrero de 2023


 

                                                                      LA NIÑA


Una leyenda muy muy antigua explica que los niños y niñas eligen a sus futuros padres antes de nacer. Los sabios y chamanes de las sociedades antiguas sabían que todos venimos al mundo con heridas emocionales de vidas pasadas, y que solo nosotros escogemos el entorno familiar más adecuado para que nos facilite el aprendizaje con el que, si así lo decidimos, sanar nuestras heridas kármicas.  

Hay multitud de heridas, y una de ellas es el desamor propio. Que es lo contrario a sentir amor propio. Nacer con ese sentimiento hacia uno mismo supone poseer una gran fortaleza emocional y personal (porque según los sabios ancestrales, ningún ser humano recibe heridas kármicas que sus capacidades no puedan superar), pero a la vez "obliga" a ese niño, y después adulto, a experimentar el abandono, el rechazo, y la soledad, con las que tocar fondo con el fin de reinventarse y, por fin, amarse. 

Sin embargo, sino lo consigue puede caer fácilmente en relaciones de dependencia emocional, apegos, toxicidad relacional, o adicciones de todo tipo. O incluso, en el peor de los casos, el suicidio.    


Cuenta la leyenda que Alma era un bebe que nació con esa herida. Vino al mundo con dos vueltas de cordón umbilical alrededor del cuello, pero la pericia del médico en el momento de extraerla del útero materno, le salvaron la vida. Siendo aún un bebé de pocos meses, Alma sentía mucho miedo al oír voces extrañas, músicas siniestras o fuertes ruidos. Tampoco le gustaba la oscuridad, ni que la dejaran sola en el parque. 

Antes de cumplir los tres años Alma era una niña cariñosa, besucona, y algo traviesa, a la que no le importaba la mirada fría y distante que sus padres mostraban ante su arrebatadora energía vital. 

Pero un día, Alma noto por primera vez un pinchazo en el pecho cuando su madre la apartó  de su cuerpo, como ya había hecho otras veces, al tratar ella de abrazarla para llegar a sus mejillas y besarla. A partir de aquel día Alma comenzó a dejar de reír y se volvió una niña triste y arisca. Lloraba por todo, nada la satisfacía. Sentía tanta pena y rabia a la vez en su interior, que era incapaz de decir dos palabras seguidas sin ponerse a llorar. 

Su padre, que trabajaba todo el día, estaba demasiado cansado para prestarle atención y tampoco podía entender como su hija, que lo tenía todo, se mostraba tan poco complaciente y agradecida con ellos por haberle dado una vida cómoda y materialmente plena.

Alma creció sin un progenitor que la tocara, la abrazara, o simplemente le preguntara cómo se sentía, que era lo que le pasaba cuando se enojaba o lloraba de esa forma inexplicable. Sus padres y su entorno le enseñaron a que una niña que tiene la vida materialmente solucionada no puede sentirse triste, no tiene derecho a hacerlo porque es ser desagradecido. De echo le enseñaron a sentirse en deuda con el mundo, con todos aquellos que no tenían su suerte.      

Alma siguió creciendo y alimentando rabia, ira, soledad, y una gran pena en su corazón. Pero como decidió sobrevivir, porque era una guerrera, volcó todo ese dolor en seducir a los demás. Sería la amiga más fiel y simpática, sería la hermana más complaciente y divertida, sería la amante más fogosa y sensual, sería la trabajadora más eficiente y perfeccionista. Pero sobre todo, tragaría con las miserias de los demás para que la quisieran, y aceptaría una parte de culpa por haber nacido injustamente rica. Y Alma se olvidó de amar a su niña que empezó a morir.

Un día Alma se casó con un hombre que no la amaba (porque ella se odiaba) y solo la quería para ascender social y profesionalmente. Era un gran seductor por lo que no solo la enamoró a ella, sino a la familia de Alma que cayó rendida a sus encantos de vendedor de humo. 

Tuvieron dos hijos a los que él trató de separarlos emocionalmente de su madre, a través de menospreciarla delante de ellos y plantando así en los hijos, ese mismo sentimiento de desarraigo hacia su  madre. Uno de los hijos no sucumbió a aquella traición, pero el otro sí. 

Cuando Alma se dio cuenta de la situación se separó de su marido y buscó apoyo en su familia, pero ¿Cómo iba a encontrarlo? Su familia, en cambio, protegió y cuido del marido de Alma al que veían como "el abandonado" por la "oveja negra" de la familia "la rara"...

Allí empezó para Alma un proceso de sanación y de recuperación de su "niña interior", del que nunca acabó de curarse, pero sí consiguió con los años, aceptar su herida y blindarse de todas aquellas personas que no se alegraban de su nueva vida, de su nueva forma de comportarse, de ser. Y que no participaban de su alegría por cuidar de nuevo de su pequeña niña interior. 

Ahora Alma vuelve a sonreír, saca a bailar a su niña cuando nadie la ve, se ríe a carcajada limpia sin sentir las miradas reprobatorias de los demás, porque le importan un pimiento. Sabe alejarse de personas que la miran con envidia por tener la mirada limpia y el corazón contento, y juega y camina junto a personas que, como ella, son transparentes emocionalmente, fieles y buenas personas.

Mi más sincero homenaje, admiración, y amor incondicional, a todas las niñas y mujeres que, como Alma, han vencido su herida emocional y son ahora pequeñas luciérnagas que revolotean juguetonas y orgullosas disfrutando de sí mismas. Y comprendiendo que solo el amor hacia uno mismo posibilita el amor a los demás.


MARGARITA BASI

     

miércoles, 15 de junio de 2022


 

                                                            LA PARENTIFICACIÓN 

                                            ( La forma más tóxica de alienación parental) 


La parentificación es una forma de violencia parental que surge cuando uno de los dos progenitores no consigue o no intenta aislar al hijo de su dolor después de una separación. El niño acaba victimizando a un progenitor y concibiendo al otro como culpable por lo que acaba rechazándolo. Durante ese proceso, que puede durar toda la vida, a veces, jamás se logra reestablecer el vinculo afectivo quedando roto de forma irreversible.

Cuando he leído esto, he sentido la seguridad absoluta de que es exactamente el tipo de violencia que mis hijos y yo (y porque no decirlo, incluso el padre de ellos) hemos experimentado, cada uno de forma distinta según nuestra posición o rol familiar.

Cada maltratador tiene sus propias razones para ejercer ese tipo de violencia familiar. La envidia y los celos hacia la madre que acapara la atención de sus hijos, el narcisismo que necesita adulación y atenciones emocionales continuas por parte del resto de la familia hacia él, y si no las tiene se trastoca y maltrata, la inseguridad e inmadurez que llevan a necesitar acaparar el amor de los hijos solo para uno...

Fuese como fuese el padre de mis hijos comenzó una estrategia de desprestigio, humillación, descrédito y menosprecio hacia mi persona, a partir del nacimiento de nuestro primer hijo. Y se prolongó en el tiempo más allá de los ocho años de convivencia. De echo es algo que nunca se acaba, porque tus hijos te lo recuerdan a pesar de que no mantengas contacto alguno con el padre. Debes aprender a vivir con ello.

El primer estadio de la parentificación, es la victimización del progenitor maltratador. Despliega todo su poder seductor y manipulador para ser visto como un perdedor, un sufridor, un mártir, que ha sido abandonado por una mujer loca y caprichosa, que no ha mirado por el bienestar de los niños al separarlos del padre. Obligado a abandonar el domicilia familiar ( que era de mi propiedad) el padre les decía a mis hijos: "No podré daros el beso de buenas noches", mientras éstos lloraban en su hombro. 

De nada sirvieron mis suplicas para darles la noticia juntos, para decirles a mis hijos que iban a vivir con papá siempre que quisieran, que él iba a venir a casa siempre que quisiera y que la separación solo era entre él y yo como pareja pero nunca como sus padres.

El segundo paso de la parentificación consiste en aumentar el grado de humillación y descrédito hacia el otro progenitor. En mi caso fue a través de frases del tipo: "Eres como un hijo más para mi", "No me sirves, me das más trabajo que ellos", "Que mal los vistes", "Esta comida no es buena", "Porque mis hijos no ven los dibujos" (cuando a las 20:30h yo descansaba viendo las noticias mientras ellos jugaban en su cuarto). Otro mecanismo que utilizaba mucho era hacerme luz de gas. Me aseguraba que lo que yo le decía que le había dicho no era cierto, sino imaginaciones mías.

Todo ello me llevó a un estado de ansiedad y depresión que alternaba dependiendo de las circunstancias y comencé a tomar ansiolíticos como si fuesen caramelos. Él, satisfecho, veía como su enemigo, el que le podía restar el amor y reconocimiento de sus hijos, quedaba destruido, alienado. Me sentía inútil, mala madre, amargada, inaguantable hasta para mi misma. Un despojo. ¿Y que puede ofrecer alguien quién no se ama a si mismo?    

Dejé de abrazar y besar a mis hijos, los abandoné emocionalmente. Los amaba ahogadamente, porque no era capaz de transmitirles amor. No me quedaba.


El tercer paso de la parentificación, que el padre acometió como estocada final hacia mi, fue el de separarme emocionalmente de mi entorno. No quería que saliéramos con amigos, ni a penas salíamos nosotros a cenar juntos. Se irritaba cuando dos o tres veces al año quedaba con mis amigas. Pero lo más terrible fue como aprovechó mi estado emocionalmente deplorable para demostrar a mis padres y demás familia como él era él único que mantenía unida a la familia y amaba a los hijos.

Sacaba champán cuando mis padres nos visitaban, les decía las cosas que a ellos les gustaba oír, invitaba siempre él cuando íbamos a comer a un restaurante, pero luego era yo quién pagaba la totalidad de los gastos de la casa y otros...     

Afortunadamente, mis amigas se dieron cuenta de su hipocresía debido a que con ellas si hablaba de las cosas que él me decía o hacía. Sin embargo, mis padres y hermanos nunca quisieron saber la verdad, o al menos mi verdad. Digamos que mi familia prefiere vivir ajena a una realidad doliente y fea, poco glamurosa para su gusto.

Y para acabar querría identificar la parte más terrible y doliente de este tipo de maltrato, y es la incredulidad con la que los demás (la sociedad) juzga al progenitor maltratado. Llegando a confundir al maltratador con la víctima.

En mi caso fue mi propia familia quién se acercó al padre al separarnos. Le consolaron y le atendieron. Le escucharon. Nadie nunca me pregunto que había ocurrido o como me sentía.

Cuando eres mujer la sociedad, la familia... Que a veces suele ser inmadura y simplista, considera contra natura que una madre se comporte de esta forma, que se aleje de sus propios hijos (no que los descuide que es distinto), para restaurarse como ser humano devastado por el propio padre de esos niños.  

El padre ha ganado. Ha despojado a mis hijos de su derecho a amar bien a su madre y el daño creo que ya es irreversible. Yo aprenderé a vivir con ello, gracias a mis buenas amigas y a mis terapeutas. Y lo que él jamás podrá usurparme es el maravillosos recuerdo de los besos y abrazos con los que me comía a mis hijos de pequeños, su olor y sus caricias en mi piel. Sus risas contagiosas y el amor incondicional que nos teníamos. 


Marga Basi    



       


martes, 14 de junio de 2022

 



                                               VIOLENCIA VICARIA


La educación emocional que existe actualmente es aún muy precaria, a pesar de que creamos lo contrario. Y necesita aún de muchos años de aprendizaje y experiencia para erradicar los comportamientos tóxicos que envenenan las relaciones familiares. Y que, cada vez con con mayor frecuencia, destruye los lazos y vínculos sagrados que todo hijo y su progenitor necesitan establecer para honrarse, respetarse y amarse.

Mi experiencia con la "violencia vicaria" ha sido como la de tantas madres y padres. No hemos sido conscientes de sufrirla hasta que nos ha estallado en la cara. 

Todo comienza cuando te enamoras sin responsabilidad, ni conocimiento propio de tus necesidades emocionales (que son tan importantes como las físicas) con las que se detectan los perfiles narcisistas y/o psicópatas. De ahí la importancia de enseñar en los colegios psicología y emociones a los niños desde primaria hasta la Eso.

Yo era una mujer manipulable, insegura y tremendamente emotiva y pasional. Por mi camino se cruzó un hombre seductor y narcisista (quizás también psicópata), pero yo solo veía en él al prototipo de amor romántico con el que todos nos habíamos educado.

Cuando nació mi primer hijo el padre comenzó su plan diabólico de maltrato hacia mi ( y sin saberlo también hacia sus hijos). Por un lado me iba apartando a la hora de compartir momentos de ocio junto a mi hijo. Acaparaba esos encuentros para él y el niño. Me llegó a decir que fuese yo a trabajar y él se quedaría en casa. Cuando vestía o hacía la comida de mi hijo, el padre se quejaba porque nunca estaba a su gusto. Al nacer mi segunda hija la cosa fue a peor. Yo disfrutaba mucho vistiéndola con trajes y lazos de colores. Teníamos una conexión especial. Ella era tan cariñosa y yo la cogía en brazos, la besaba... Pero el padre debió sentirse celoso y comenzó a decirme que le daba más trabajo que los niños, me ridiculizaba delante de ellos por estar viendo las noticias en lugar de ponerles los dibujos, si yo le recordaba algo que le había dicho sobre los niños él  me contestaba que no era así. Me hacía luz de gas continuamente.

Nunca quería salir conmigo a solas. Tan solo cuando de vez en cuando, llorando, le rogaba que hiciésemos un pequeño viaje los dos, accedía. Tampoco quería que los niños pasaran un fin de semana con sus hermanas cuando éstas se lo pedían.

Quería que yo hiciese el trabajo sucio, limpiar, cocinar, etc... Y él disfrutar de los niños. Afortunadamente yo tenía un patrimonio que me permitía vivir sin trabajar profesionalmente, y eso también le repateaba hasta el tuétano.  Porque un narcisista valora lo material mas que nada en el mundo. Su envidia hacia mi fue en aumento hasta el punto de hacerme sentir: estúpida, mala madre, mala esposa, una inepta...

Comencé a tomar ansiolíticos y a vivir más como una sombra que se arrastra y sobrevive que como una mujer madre de dos preciosos hijos que la necesitan. Pero yo estaba anulada desde mi alma y no podía entregar a mis hijos más que agotamiento, tristeza y dolor.

Nació mi tercera hija porque me sentía muy sola. Y en lugar de enfrentarme a la situación me deje llevar pensando que recuperar los sentimientos tan bonitos que había sentido hacia mi segunda hija, y que ya sentía perdida, podían regresar con otro bebe. 

La llegada de este bebe precipito la agonía y a los tres años de nacer, por fin, me separé de él. Y en ese momento el padre comenzó su verdadera venganza contra mi. Poner en marcha sus cualidades infinitas de manipulación, seducción y sometimiento soterrado, con el que pretendía que mis hijos me odiaran y solo le amaran a él.


Desde ese día hasta hoy han pasado quince años y aunque el padre ha conseguido envenenar y retorcer los vínculos sentimentales que existen entre mis hijos y yo, creando un rechazo bidireccional con el que mis hijos y yo nos comunicamos y tratamos. Si es verdad, que ellos están descubriendo aspectos de su padre que lo delatan.

 

Ver en los ojos de tu hija la misma mirada de odio con la que su padre me miraba. Sentir la misma entonación sarcástica y sibilina con la que mi hijo me recrimina tal y como lo hacía su padre conmigo, y tantos gestos, palabras, silencios igualmente dañinos. O te acaba matando o enloqueciendo, o te hace reinventarte.

Yo estoy en ese camino, un sendero largo a veces tortuoso, pero otras lleno de recompensas. 

Soy afortunada por contar con amigas, terapeutas, y con tres hijos que me enseñan a nunca desfallecer sino todo lo contrario. Y aunque mi familia de sangre me abandonó en este proceso, no se lo tengo en cuenta. Porque solo quién ha sufrido este tipo de violencia (a excepción de buenos profesionales), puede estar a la altura de tan arduas circunstancias.  


Margarita Basi.

       

lunes, 7 de diciembre de 2020

 



                  LA HIPOCRESÍA FEMINISTA Y LA LEY TRANS


Si la nueva propuesta sobre la ley trans está siendo tan polémica no es porque amenace los derechos fundamentales de las mujeres, y por los que tanto el feminismo ha luchado durante décadas, sino porque saca a la luz la doble moral, la hipocresía, el egoísmo, y la falta de empatía, con la que parte del colectivo feminista, se revela al ver como esta ley bien podría poner patas arriba las bases ideológicas de una parte del feminismo, y que contradicen y amenazan sus reglas obsoletas e injustas, porque anteponen el mantenimiento de unos privilegios con los que el feminismo lleva años beneficiándose a costa de perpetuar el marginalismo y la precariedad con la que la mayoría de las personas trans (y todas aquellas que no se identifican con ese tipo de feminismo) viven a diario. 

Si nuestra sociedad patriarcal no nos hubiese adoctrinado en la politización de la identidad como forma de control social de los individuos y como medio de hacernos sentir personas que se identifican antes por unos valores y atributos concretos según estos pertenezcan a uno u a otro sexo. Nadie pondría el grito en el cielo ante una ley que propone dotar a las personas trans, o a aquellas que no se sienten identificadas con el binarismo sexual masculino o femenino, de un reconocimiento social, normalizando en lo posible su derecho a devenir y expresarse como ellas decidan, incluso renunciando a cualquier tipo de género y auto denominarse simplemente "personas". 
¿Por que hemos de permitir que nos clasifiquen en algo que no nos identifica? Porque solo así formamos parte de un control estadístico con el que los colectivos, las organizaciones y los estados pueden manipularnos a su antojo con el fin de persuadirnos para entrar a formar parte de sus filas ideológicas.  No hay otra finalidad que esa. 

Y todos aquellos que rechazan actitudes que persiguen el libre reconocimiento, la libre expresión identitaria o de pensamiento (como están haciendo ciertos grupos feministas), alegando que con ello se pone en peligro otro tipo de derechos y libertades, es porque hay un inmenso temor a perder los privilegios que la ideología feminista sostenía, y que ahora, ya no pueden mantener por más tiempo.

Estas feministas reniegan de todo aquel que no comulgue con su ideología culpándolo y responsabilizándolo de hechos que nada tienen que ver con el modo particular que estas personas tienen de identificarse como seres humanos. Es más, creo que este tipo de feminismo anclado en la queja y en la crítica sistemática al hombre, y a todo aquel que no se comparte o piense como ellas, es tan o más responsable (por ser este un colectivo durante años perseguido y maltratado por la sociedad patriarcal) del ostracismo, la marginalidad y el sufrimiento que las personas trans, queer, etc... sienten. 

Este tipo de feminismo, y ante la posibilidad de ver mermados sus privilegios y estatus a causa de la ley trans, se revuelve y envenena a la opinión pública, alarmándola y previniéndola de las consecuencias trágicas y absurdas que la aprobación de una ley como esta provocaría. Y lo hacen poniendo a los trans, y a todas aquellas personas que se verían favorecidas con esta ley, como chivos expiatorios.
Ya no es el hombre ni su machismo, ya no es el patriarcal poder hetero centrista el responsable de los males del feminismo. Son los marginados, aquellos seres que no se identifican con el modelo de mujer al que aspira el feminismo como único y válido, quienes son los verdaderos responsables de que: aumente la violencia machista hacia las mujeres, aumente el número de individuos que decidan identificarse como "no género" o transexuales, y por tanto, aumenten el número de operaciones de cambio de sexo y se incremente la terapia hormonal. De hecho he llegado a leer un artículo de una refutada periodista de la Vanguardia, que decía como una ley como esta induciría al aumento de los vientres de alquiler.
!Que demonios tendrá todo esto que ver con que se proteja a individuos marginados socialmente tan solo por querer identificarse de la manera que les venga en gana!

Quizás el quid de la cuestión siga siendo, por un lado, la negación a superar el modelo binario masculino- femenino por no saber (o no querer) como integrar otras formas de identidad. Y por el otro, la necesidad y prioridad  de pertenecer a un grupo identitario, excluyente y diferenciador de todo aquel que no postule según nuestra ideología. Antes que anteponer la ética, la compasión, la solidaridad y la tolerancia hacia distintas formas de ser.

Porque ser diferente y genuino significa ser libre y creativo para expresar mi humanidad y poder compartir y enriquecer, con mis diferencias y afinidades, a los demás.


MARGARITA BASI.



miércoles, 16 de septiembre de 2020


                                           HOMBRES QUE NO LEEN A LAS MUJERES  

                          (PORQUE A LA MAYORÍA DE ELLAS PARECE NO IMPORTARLES)


Escribía Laura Freixas en un artículo de la Vanguardia el pasado lunes 14 de Septiembre titulado "Hombres que no leen a las mujeres", varias razones por las que los hombres no leían a penas libros escritos por féminas, así como las consecuencias que algo así provocaba en la sociedad y en la cultura. Principalmente discriminación hacia la figura femenina, por no desvelar toda la riqueza cultural, artística, e intelectual que permanece aún oculta lejos de los libros de texto, por ejemplo, con los que los jóvenes aprenden a reconocer y a valorar lo que en un futuro serán las bases con las que construirán sus pensamientos y emociones para relacionarse en sociedad.  

La periodista se preguntaba cómo iban los hombres a empatizar con los valores femeninos como la maternidad, la amistad entre mujeres, o la ambición femenina, si no leen libros escritos por mujeres. Y sin embargo, nosotras, llevamos siglos acostumbradas a escuchar, obedecer, leer, y aceptar el modelo masculino. 

Es por ese hábito por el que la mayoría de mujeres o bien luchan contra él criticándolo, o llegan a mimetizarse de tal forma con él, que incluso, les llega a parecer más interesante que el suyo propio. 

¿Porque a las mujeres nos interesan tanto los temas femeninos como los masculinos, y en cambio a ellos tan solo los que hacen referencia a su género?

Porque ellos son los creadores intelectuales del mundo desde el principio de los tiempos, y nosotras el medio por el que ellos trascienden. Los hombres, como seres superiores, que aún muchos creen que son, necesitan a la fémina para parir a sus herederos, criarlos y servirles a ellos evitándoles hacer las tareas mundanas y cotidianas tan banales e impropias para que un hombre pierda su estimado tiempo en ellas.

¿Porque seguimos comprando libros de hombres, trabajando en un mundo de hombres, con reglas de hombres (que nos discriminan y subestiman en el mejor de los casos), amando según el modelo romántico inventado por hombres, seduciendo a hombres con nuestro cuerpo y no con nuestra inteligencia, cuando acorraladas, tratamos de superar la barrera imposible con la que ellos elevan día a día un techo de cristal imposible de romper?

Porque seguimos creyendo, amando, y admirando más al hombre que a nosotras mismas. Seguimos ancladas en ellos por pura supervivencia. Nuestro cerebro reptiliano, como decía Claudio Naranjo, sigue dominando nuestras vidas haciéndonos creer que para sobrevivir o vivir plenamente necesitamos del hombre.

No es el hombre quién debe empezara a leer a las mujeres, porque no lo harán sin un fuerte estímulo que les provoque hacerlo. Y esa motivación solo se puede activar cuando las mujeres se unan entre ellas para trabajar conjuntamente en la creación de un mundo hecho a su imagen y semejanza. 

Olvidar compararse continuamente con lo que el hombre tiene y nosotras carecemos. Somos aptas para vivir como queramos vivir. ¿Porque no empezamos a hacerlo ya? 

Esta es una revolución que está por venir. Pero me temo que la mayoría de las mujeres prefieren seguir sumergidas en la queja y en el victimismo antes de reconocer que no han superado la fase atávica de complejo de inferioridad con respecto al hombre. Ese sería ya un buen comienzo. El resto vendría solo.   

No se pregunte porque no nos leen los hombres. Antes, pregúntese porque nosotras seguimos sin leernos, sin amarnos, sin respetarnos, sin valorarnos como seres humanos y no solo como féminas que han de vivir según ese rol. Pregúntese porque las mujeres son sus peores enemigas, llenas de culpabilidad, de miedo a sentirse vulnerables, de pudor hacia su cuerpo o desprecio hacia él, de una capacidad brutal para sufrir hasta perder la vida por alguien que las desprecia y maltrata, de responder con sumisión y obediencia ante el poder de un hombre que las mantiene económicamente o les ofrece una relación tóxica basada en el dominio y sumisión.....

Entonces se dará cuenta de como tan solo un pequeño círculo de mujeres intelectuales, ejecutivas, o con un nivel cultural alto y economía estable, no representan a la gran mayoría de féminas olvidadas y abandonadas principalmente por nostras.  

Porque resulta más fácil señalar siempre al hombre como foco perpetuo de nuestros males evitando así ahondar en nuestra responsabilidad femenina hacia otras féminas con menos suerte y que necesitan más que nunca de nuestra revolución para ser libres.   

Margarita Basi.